martes, 3 de septiembre de 2013

Una tarde cualquiera en un pueblo cualquiera

Cuentan de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba que sólo se sustentaba con las hierbas que recogía.
-"¿Habrá otro - entre sí decía - más pobre y triste que yo?"
Y cuando el rostro volvió halló la respuesta viendo que otro sabio iba cogiendo las hierbas que el había despreciado arrojándolas.
Maestro Barba.

Un hombre que vive sin amor no es un ser humano, es una bestia.
Sí, soy un canalla,
lo sé,
lo digo.
¿Y vosotros? Contemplaros un momento.

Si tuviera todo el poder, sembraría en el corazón de los hombres una semilla que los humanos, desde siempre, no han podido encontrar:
El Amor.
Pero no soy más que un hombre.

Sí, he sido un canalla, a veces por obligación, otras para vivir y algunas más para sobrevivir, pero nunca traicioné a un amigo.
A los que trafican con el poder y con la influencia, los que utilizan su puesto o su dinero para inducir a unos desechos humanos o a unos pobres gilipollas, a esos si podría odiar. Esos son los verdaderos canallas, podridos de honores pero sin el verdadero honor. Los hay que duermen bien por la noche, tranquilos en su dominio a pesar de haber asaltado, desahuciado o robado a cuantos gilipollas se encuentran en su camino.
Luego, no me llaméis, no tengo nada que contaros,
ni saludarme debierais ya que no quiero hacer apología de la hipocresía.
Me podéis decepcionar y hasta defraudarme pero luego no esperéis de mi nada, nunca.
Porque además, se lo que decís y hasta a veces, lo que pensáis.

 

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