jueves, 23 de mayo de 2013

En un restaurante chino

En ciertos momentos de nuestras vidas existen sucesivas secuencias que nos inspiran una melancolía de alto rango. Nuestra vida se desarrolla casi siempre en un estrato intermedio de alegrías y penas que protagonizan un sin fin de emociones que nos marcan, esas emociones de forma general siempre las protagonizan seres humanos, personas que nos rodean y que nos desvelan e impregnan con sus particulares formas de pensar, hablar y actuar. Algunas de esas vivencias con alguna de esas personas nos puede mostrar un gran volumen de aprendizaje y conocimiento, sentimientos especiales que hará que cambiemos de una forma natural.
Son muchos los caminos y recovecos que cada uno recorremos y llenamos, también son muchas las personas que nos habilitan para un mejor futuro y una vida mejor...y eso es realmente lo que me apetece transmitir un día como hoy.
Biel basaba su vida en dos grandes pilares, uno de ellos, el que sin duda más le ocupaba, era el bienestar de sus seres queridos, y no estoy hablando solo de sus hijos y esposa, ni tampoco por supuesto de su madre y hermanos, sobrinos y primos, tíos y demás familiares, me estoy refiriendo también a otros muchos que podemos decir a los cuatro vientos que este hombre siempre veló por nuestro bienestar y protección absoluta, y en este aspecto puedo decir que hasta le fecha nunca encontré a nadie que se le pueda comparar  en ese sentido, nadie.
Esta mañana he estado intentando recordar un adjetivo que nuestro amigo José Luis siempre pronunciaba con respecto a como era Biel, muchos minutos recordando y no me salía, pero no he dejado de pensar hasta que al final lo he recordado, José Luis siempre decía que Biel era "espléndido". Un día, hace ya unos años paseando por Santiago de Compostela con todo el equipo técnico previo a un partido a jugar por la tarde, recuerdo a Rosa, la fisioterapeuta, comentar lo bonitos que eran unos pendientes que estaban expuestos mientras miraba a través del cristal del escaparate. Minutos más tarde entrábamos en una cafetería para tomar algo y me percaté que Biel se levantaba disimuladamente como si fuera al baño, pero no, Biel no iba al baño, lo seguí con la mirada y salía de esa cafetería como no, para retroceder en el camino y comprar esos pendientes, para unos minutos más tarde hacerle entrega a Rosa de ese deseado obsequio, así era Biel, así será siempre, espléndido.

Existe un restaurante chino en Plaza Gomila, ese restaurante no me lo quito hoy de la cabeza.

Polideportivo Príncipes de España (algún día de estos últimos siete años).
Biel Hurtado: Angelito! no estoy muy de acuerdo con lo que dices! (referente a las fintas en baloncesto)
Angel Molinero: Menos mal, porque si no estás muy de acuerdo de alguna forma se refuerza mi argumentación!
Biel Hurtado: Sigo pensando que no comparto tú criterio!
Angel Molinero: Y yo sigo diciendo que no lo compartes porque no me entiendes!
Biel Hurtado: No te entiendo porque a lo mejor no te sabes explicar!!
...
Biel Hurtado: Bueno, te vas a venir conmigo ahora, que te voy a llevar a comer comida china en un buen restaurante, disfrutarás ya lo verás, además invito yo.

Comimos de espectáculo, uno de los platos que más disfruté de probar fue el pato, el me lo preparó. También recuerdo que una mañana en casa de su amigo Toni nos preparó unos bocadillos, unos bocadillos hechos con todo su amor, peló hasta el tomate.

 Biel y yo somos muy diferentes, mucho mucho, pero si tenemos una cosa muy en común, que juntos con otros tantos hemos sido muy felices en esa pista y al lado de tanta y tanta gente maravillosa.

Descansa en paz abuelíto.