El naúfrago hubiera muerto antes de cumplir los 42 años, de no haber sido por la águda visión de un inocente y tímido marinero nacido lejos de la mar. Más tarde se supo que ese joven marinero era un devoto del mar y disfrutaba de el siempre que podía.
La historia, que empieza unos siete años atrás, cuando por casualidades de la vida un enamorado de las vidas humanas visita una comuna, comuna de gente superdotada o con talentos recónditos que más tarde florecerían. Allí, en aquel lugar, se concentraba cantidad de gentes que cada uno en su especialidad, trabajaban a diario con sacrificio y esfuerzo con el unico objetivo y afán de desarrollar esas capacidades y aptitudes que al parecer y por arte de mágia alguien había instaurado en ellas, personas maravillosas. Habia muchos dotados con un talento especial para la ciencia y su investigación, otros que poseian una increible capacidad para crear música, otros para interpretar esa música, auténticos especialistas para la escultura, alguno para el dibujo, unos pocos para la interpretación, había unos muy duchos en el arte de la pintura, y también algún joven y lúcido escritor de historias maravillosas. También inventores y matemáticos, bailarines y algunos poseedores de hermosas voces que todos los dias amenizaban con sus cantos la armonía de esas vidas tan especiales.
Aquel visitante ningún talento poseia, ni era capaz de detectar ninguna aptitud especial en su persona, pero creo que tampoco le importara. Se pasaba el día paseando y deleitándose de todas y cada una de aquellas personas que día a día iban desarrollando sus pasiones y virtudes.
Una mañana se encontró con un joven, muchacho por cierto de aspecto deslumbrador y poseedor de una belleza sin igual, al menos a los ojos de aquel visitante. Quizás nadie percibiera aquella belleza humana que tanto sorprendió al admirado ya que todo el mundo estaba muy concentrado en sus actividades diarias y en el desarrollo de sus talentos. Con aplomo y también mucha delicadeza, el visitante preguntó al muchacho qué virtudes atesoraba y si poseia algún tipo de talento por enseñar al mundo, a lo que el joven resondió de manera tímida y muy poco rotunda que no, un no que estaba cerca del tipico discurso de conformismo y abnegación. Aquel visitante percibió muchísima tristeza en aquella palabra de negación y pensó también que no se trataba de una tristeza de aquel mismo momento, sino que esa desolación era de alguna forma regular en la vida de aquel personaje, dotado eso si, de una hermosura física sublíme.
De esta forma daba inicio una historia, historia dotada de los sentimientos más profundos que un humano pueda percibir, historia que cambiaría la vida de aquel visitante que durante esos siete años pudo disfrutar de una etapa incomparable como ninguna otra, un periodo en el cual se sintió dotado de uno de los mayores privilegios que nadie pueda tener, siete años repletos de una inacabable lista de placeres que harían que aquel visitante cambiara incluso parte de su naturaleza e idiosincrasia.
Una historia que jamás podrá ser contada, historia sin final y que el tiempo olvidará al igual de como se olvidan a las personas por como fueron y por lo que hicieron...
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