Los sentimientos forman parte de nuestras vidas, estan ahí, en todo momento. Todo el mundo en mayor o menor grado nos vemos impregnados por esos sentimientos que nos envuelven a veces de manera pasional e incontrolable. Algunos de esos sentimientos esconden complejos que no se llegan a superar. La envidia es un sentimiento tan común y universal como también pernicioso. Esos complejos entrelazados con este sentimiento que en nuestro caracter está, no se minimizan pisoteando y aniquilando ni a las personas ni a las ideas, utilizando esa conducta y esos métodos tan arraigados, ese complejo y esa envidia seguirá aflorando en nuestro ser. Sentirse frustrado, las impotencias y muchas veces el ánimo de superioridad en contra de otro prójimo son síntomas que desembocan en la rabia, rabia en la mayoria de las ocasiones no contenida que nos lleva a una competición abrupta y despiadada en la que la mayoria de las veces siempre se acaba perdiendo.
Nuestras vidas deberian girar en torno a nuestra propia realidad y no tan solo en lo que anelamos y deseamos controlar. Nuestro baloncesto está inundado de ese sentimiento, el cual no suele estar reconocido por uno mismo, ese sentimiento de inferioridad y de inseguridad nada justificado impide que reconozcamos nuestras limitaciones y hace que la "hijoputez" aflore en nosotros.
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