sábado, 7 de abril de 2012
...previo antes del hundimiento del Titanic
A día de hoy y en los últimos tiempos el mundo gira más rápido de lo que jamás lo había hecho hasta ahora. La gente cambia, otros no tanto, y algunos piensan que el de al lado ahora es diferente cuando realmente el que ha cambiado es uno mismo. Las personas van y vienen, se desplazan, viajan entre continentes de igual manera que nuestros antepasados lo hacían de pueblo en pueblo. Todo va muy rápido y la gente también. Los trabajos son inestables y también las mentes. Con ese ajetreo las personas nos olvidamos a veces de cosas importantes, el criterio cambia también y las reflexiones pierden ecuanimidad, se pierde la lógica y el sentido común cae por el precipicio. Nos ausentamos de nuestra obligaciones diarias y nuestras mentes enrarecidas se contagian de la estupidez cotidiana de las gentes de nuestro entorno que en general quieren tener en detrimento de poder llegar a ser. Abandonamos a nuestros amigos porque creemos que han cambiado, cuando quizás y reitero de nuevo puede ser uno mismo el que haya cambiado realmente. Buscamos la felicidad cuando lo que realmente sólo necesitamos es un poco de paz y el roce de una piel. Ansiámos el capital cuando tan sólo queremos disfrutar de la insipidez del agua fresca. Perseguimos la fama y la popularidad cuando realmente nos bastaría compartir un momento con la mejor compañia. Desarrollamos estratégias abruptas para conseguir cosas que no necesitamos, y lo hacemos además pasando por encima de otros, otros pero que muy posiblemente también son como nosotros. En definitiva y como decía una gran voz, flotan tantas voces en la oscuridad que amenazan mi serenidad y me proponen invadir mundos diferentes. Tengo dudas que nadie podrá resolverme y mi mente se viste de nuevo de confusión, aunque nunca vaya a faltarme una solución por muy errónea y trágica que sea.
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