Objetivos alcanzables nutridos por determinados propósitos y estos a la vez consumados por determinadas tareas.
El logro va de la mano de la posibilidad real de realización y el propósito acompañado del deseo y la intención, la cual sin el esfuerzo y el trabajo diario no tiene sentido.
Propósitos alcanzados en los plazos necesarios y adecuados.
El proceso de aprendizaje de una tarea lleva su tiempo, ni más ni menos. Este tiempo a utilizar es el equivalente a las capacidades de los protagonistas para enfocar el trabajo, tanto las de orden innata como las de laboriosidad. No trabajar o no hacerlo adecuadamente aletarga el proceso de aprendizaje y creará verdaderas miserias en el futuro para su desarrollo final.
Anti especialización individual.
El abanico global de posibilidades se minimiza con la especialización del jugador. Luchar en la formación contra la abrupta necesidad imperiosa del rendimiento especializado que congela la proyección del jugador en su proceso de aprendizaje permite a su vez también el crecimiento del formador y su mejora.
Evaluación durante el proceso.
Prefiero evaluar el trabajo por las formas en detrimento del resultado.
Prefiero evaluar el trabajo por el resultado en detrimento del rendimiento.
Prefiero evaluar el trabajo por el rendimiento en detrimento de los números.
Capacitación de desarrollo de valores deportivos. (Desarrollo igual a demostración, no solo creencia y parafernalia).
No queramos enseñar baloncesto a nadie que no quiera o no pueda escuchar. Ayudemos a que aprenda a escuchar si no sabe, y si no quiere, ayudemos también, es nuestra obligación como formadores.
Conducción del desarrollo del talento. Conducción del desarrollo del trabajo.
Si trabajamos pensando que el jugador talentoso ya llega a un nivel de calidad suficiente y que ese desarrollo innato de capacidades no puede incrementarse...entonces somos un fraude.
Si trabajamos pensando que el jugador mediocre no puede llegar a un nivel de calidad suficiente y que ese pobre desarrollo de capacidades no puede incrementarse...entonces somos un fraude.
Teoría del payaso.
La teoría del payaso habla en una de sus acepciones de aquel formador que vende humo, aquel formador que tan solo piensa en el tipo de bienestar innecesario de los jugadores con los que trabaja y que dista totalmente de la exigencia para la consecución de objetivos, el esfuerzo para su desarrollo formativo y la disciplina adecuada para conseguir crecer como persona y deportista.
La nubosidad borrascosa de los objetivos planteados.
Programa el trabajo y cree en los objetivos planificados. Estos objetivos deberían ser sobre todo de índole técnico/táctico/físico/psicológico.A tú alrededor hay cientos de personas que también se han programado sus objetivos personales los cuales muchísimos de ellos distan muy claramente de los tuyos como formador. La mayoría de las veces incluso los máximos responsables de la estructura deportiva en la que te encuentras confunden priorizando en objetivos que no son comunes con los tuyos, toma decisiones y muéstrate coherente contigo mismo. Hazlo, no seas mierda!!.
Entrenando baloncesto.
Es de condición humana, y más en estos tiempos, confundir valores afectivos e indispensables en la formación del jugador de baloncesto con valores de realización. Si no sabemos desarrollar y controlar una correcta coalición entre estos dos tipos de valores, entonces decantémonos a favor de los de realización. No confundamos ser entrenador de baloncesto con ser asistente social.
El si y el no.
Todo cambia dependiendo del ángulo de como se mire. Muchos de los contenidos pueden estar en tela de juicio ya que casi todo es relativo. Que tenemos que desarrollar y transmitir con esfuerzo todos nuestros conocimientos no es relativo y que nuestro deseo es seguir aprendiendo y creciendo, tampoco.
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