domingo, 23 de febrero de 2014

...y tanto amor para que?

Momentos, momentos en que no dejas de ver su imagen por todos los lados, su aspecto, la silueta de su cuerpo está dibujada por todas partes, algo que ya te lleva a no dejar de pensar en esa persona ni un solo momento. Empiezas a sentirte totalmente unido (sin saber cuáles son los verdaderos vínculos que te unen a esa persona). Hay quienes tienden a relacionarse de forma simbiótica con otras personas a pesar de que el conducto adecuado es inexsistente y la relación, cualquiera y del tipo que sea no fructiferará, relaciones tan solo de espiritu con las que realmente no hay posibilidad de involucrarse por razones varias.
Continuo pensando que el verdadero amor nada tiene que ver ni con el número ni con la posesión, no tiene del todo que ver ni con el erotismo ni con el romanticismo, más bien y como dice Fromm, con el cuidado que ejerce una persona sobre otras.
Mucha razón que podría convertirse en una espiral de malestar y sufrimiento.
Los psicólogos advierten que no está mal amar a alguien que no corresponde con actitudes acordes a nuestros deseos, el problema suscita cuando el no control de las emociones aflora. Tener claro que se debe enfocar el problema de forma individual y no colectiva es un acierto, aunque muy difícil, es decir, no podemos interpretarlo de forma egoista atribuyéndole el problema a la otra persona, sino a uno mismo. Algo que redundará a no nutrir un excesivo amor a uno mismo, ya que ello dará pie lo más probable a desenlaces negativos que podrán desencadenar continuas situaciones de sufrimiento.
La búsqueda del vínculo sano y fructífero con esa persona, lograr avances positivos, engordar ese amor fraterno siempre desde la estabilidad propia y evitar conductas indulgentes fortalecerá la armonía propia y común.
Muy nociva puede ser aquella actitud en la que uno de los miembros de la relación interpersonal deja de tener vida propia para fundirse simbioticamente con otra u otras personas. La autonomía en la vida de cada uno es muy importante y esos vínculos excesivamente estridentes y obsesivos llevan a la pérdida de esa autonomía propia y podría reflejar una falta de realización personal y minimizar factores importantes dentro de la búsqueda de consecución de objetivos, tanto los propios como tambièn los comunes.
Respetar a las otras personas, no juzgarlas, no irrumpir continuamente en la vida de cada una de ellas, alejarse a miles de kilómetros del deseo de la manipulaciòn, tener la distancia prudencial y diversificar el tiempo y el espacio, serían actitudes acertadas y adecuadas para poder seguir amando sin perder la serenidad y sentirse siempre bien tanto en la compañia de esa persona como también en soledad.

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