Hace ahora unos años, un directivo de nuestro baloncesto balear, un presidente de un club al que yo no pertenecía...me llamó con cariño "hijo de puta!!...me has quitado lo mejor que tenía!!". Este peculiar y querido personaje, entendía de lo que nos ocupa, era un gran conocedor del baloncesto y durante muchas décadas había dirigido, gestionado, coordinado y casi financiado unos de nuestros clubs más carismáticos. Este querido mandatario, hombre honesto y honrado, gran ser y dedicado en cuerpo y alma al deporte que más nos gusta, estaba algo indignado porque durante un verano y dentro de la vorágine situación que se encuentra esta estación con el inmenso abanico de posibilidades mercantiles a nivel de fichajes, este directivo me mostró con esa frase intermedia entre el insulto y el cariño, su indignación porque durante esos días yo había convencido al que era su entrenador hasta la fecha para que tomára las riendas de un nuevo proyecto, proyecto por cierto que se desvaneció...pero esa es otra historia, historia que ya se contará en otra ocasión...por Ende, Michael Ende.
Este presidente sabía que el daño no tenía sentido por el mero hecho de haberle "birlado" un entrenador de su estructura técnica, sino que más que por eso, porque aquel entrenador estaba sobretodo convencido de su rol y de lo que debía ser su trabajo y que sus objetivos como técnico eran los de enseñar a sus jugadores la mejor manera de hacer baloncesto, continuar con la formación técnica/táctica de cada uno a nivel individual primero, para después verse reflejado a nivel colectivo también, ayudarles a entender el juego y desarrollarlo, poner todo su empeño en dotar a los jugadores y a sus equipos de las armas necesarias para ir afrontando a corto, medio o largo plazo un rendimiento individual y global en todos los aspectos que engloban el baloncesto tanto a nivel formativo como a nivel de competición.
En estos momentos en que la vida transcurre, el hombre busca sin razón de ser la manera de como mejorar su calidad de vida, el esfuerzo, el trabajo, la perseverancia, la constancia, la disciplina, el compromiso...son valores que cuesta desarrollar por los malos hábitos que se dan en nuestra educación, algo que se subraya todavía más en la gente de menos edad. Queremos esa calidad de vida de una forma gratuita y obviamos el desarrollar esos valores antes mencionados reforzando cada día más la búsqueda de cómo tener sin importarnos el camino para poder llegar a ser.
Esa es un poco le sensación que tengo en lo referente a nuestro querido deporte, ya no sólo a nivel regional o autonómico, sino tambien en niveles más altos, tampoco creo que se deba generalizar del todo, pero si percibo el inicio de ello, dónde los técnicos puedan empezar a conformarse con la típica frase "este chico no tiene talento y no puede jugar a esto...cambiémoslo!"...mi frase por el contrario sería "todo el mundo tiene talento y sí puede jugar a esto... tú como técnico desarróllaselo...entrénalo!"