miércoles, 9 de agosto de 2023

Joan Feliu y su adicción al desarrollo de los valores humanos.

 

A Joan le conocí en persona cuando tenía 13 años. Era infantil de segundo año y fue convocado a la pre selección Infantil Balear. Desde edad benjamín (o pre mini) como dicen ahora, le hicimos el seguimiento rutinario que se le hacen a todos los jugadores que se entiende puedan tener un mínimo de proyección. El no tenía proyección física, ni tan siquiera era un jugador bien dotado de talentos técnicos, y por supuesto no podemos hablar que a esa corta edad detectáramos capacidades tácticas para el desarrollo del juego, pero me llamó particularmente la atención su manera de comportarse durante los entrenamientos en Inca y en la competición. Quiero decir con esto que mostraba por decirlo de alguna manera una "seriedad" desmedida en su actitud durante los entrenos y partidos, una puesta en escena quizás demasiada adulta para un niño de su edad, algo que ya despertó en todo el mundo que le conocía una sensación de "admiración" hacia el, quizás a los adultos nos llame la atención de forma positiva a la hora de desarrollar cualquier arte esa desaforada corrección que plasmaba por los cuatro costados hiciera lo que hiciera con esa tan corta edad. 

Un par de años después me tocó actuar de delegado federativo en el Campeonato de Mallorca Mini disputado en el CIDE donde participaban el equipo anfitrión, el Bahía San Agustín, Joan Capó de Felanitx y el Básquet Mallorca de Inca donde jugaba Joan junto a sus compañeros, generaciones del '99, '2000 y un pre mini del año '2001. Aquel equipo lo dirigía Pep Miquel Arbúcies y quedaron campeones, aunque a nivel personal lo mejor fue empezar a conocer aquella maravillosa generación de jugadores y en especial a quien nos ocupa. No era normal seguir percibiendo tales grandes mensajes de expresión corporal de un niño de 11 años entonces, destilaba una especial higiene deportiva digna de destacar para un niño de su edad. Se le detectaba una gran educación, buenos modales que llamaban la atención a todo el mundo, una corrección digna de el mejor de los profesionales y todo eso siendo un niño. 

Dos años después tuve uno de los mayores privilegios que he tenido como entrenador durante los 36 años que llevo en esto. Digo esto con la seguridad de saber que TODOS los entrenadores que han tenido el mismo privilegio que yo sabrán de lo que estoy hablando. Ese privilegio ha sido poder entrenar a Joan Feliu y darme cuenta ahora si y de primera mano que no solo es un buen deportista (con todo lo que ello supone), un buen jugador (con todo lo que ello supone) y un gran ser humano (con todo lo que ello supone). 

Después de esa experiencia con la Selección Infantil Balear nuestros caminos continuaron enlazados porque me comunicaban que Joan había sido seleccionado para incorporarse al Programa académico y deportivo del Centro de Tecnificación de las Islas Baleares y eso suponía continuar durante los siguientes cuatro años poder seguir disfrutando de un aprendizaje al que siempre le estaré tremendamente agradecido y seguir aumentando el nivel de admiración que ahora, casi diez años después todavía le profeso. 

Curiosamente durante ese periplo de cuatro años la entidad del CTEIB no compitió como programa y sus participantes competían todos con sus clubes de adopción o de donde provenían. Los primeros dos años y en edad cadete Joan compitió en el Ciutat d'Inca, entrenaba las mañanas en el Centro de Tecnificación y por las tardes con su equipo y club. Uno de los mayores objetivos del programa es dotar a los jóvenes de los valores deportivos y paralelamente también humanos para un futuro mejor. Allí se trabaja el físico, la técnica y los conceptos tácticos correspondientes a la edad y categoría pero de lo que mas enorgullece a los que allí estamos es que esas personitas crezcan en valores y se conviertan en buenos seres humanos. Joan mejoró técnicamente, mejoró físicamente y mejoró tácticamente también gracias al trabajo de su club, pero en lo que no pudimos ser capaces de mejorarlo fue en lo otro, en lo personal, en dotarle de un mínimo de valores que le ayudaran a convertirse en una persona de bien...fue imposible, su nivel en ese aspecto era inmejorable. 

Durante estos diez últimos años, he podido comprobar en nuestra relación que Joan sigue potenciando día a día sus convicciones morales, que continua siendo fiel a sus principios, que siempre alecciona de la forma mas humilde a su entrono mas cercano con su ética de trabajo, que su moralidad es incuestionable y que lamentablemente tiene que ir haciendo estragos a todas la incompatibilidades sociales que intentan echar por tierra sus creencias y sus ideales, siempre todo de la mano del máximo respeto y del desarrollo de calidad humana. 

Joan siempre se mostró honesto en lo personal, honrado y siempre cortes. En lo deportivo os podéis imaginar, raya la excelencia, responsable. comprometido, disciplinado, perseverante, voluntarioso, puntual, humilde y modesto, aunque estas dos últimas a veces le minimizaban en la competición, pero con el tiempo ha ido mejorándolo. 

Para concluir quisiera destacar que posiblemente la discreción es el mayor valor que le puedo reconocer de todos. Siempre sin hacer ruido, constante pero silencioso, pasar desapercibido siempre ha sido su mayor objetivo, algo destacable a nivel social en estos tiempos de publicitación y postureo absoluto. Tan discreto que se ha tenido que tragar y sufrir muchas veces algunas penurias desarrolladas por otros  llevados por el interés condicional que sufrimos por condición humana y que de forma directa o  indirecta le han salpicado, aun así, el siempre mostró su compostura, fue discreto y continuó desarrollando la actitud armónica que le caracteriza pese a todo. 

Gracias Joan.


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