sábado, 3 de octubre de 2015

El amor no son tantas cosas...

El amor no son tantas cosas y lo que no abunda es más difícil de percibir, otorgar y recibir.
No hay sentimiento alguno que despierte más emociones que el amor, independientemente de que las provoquen las mejores amistades, la familia o la pareja, e independientemente también que esas emociones sean positivas como también negativas. Como aspecto universal que es, el amor ha sido un arte para el estudio y tratado por muchas culturas, aunque generalmente desde la visión de imposición social y no desde las ciencias humanas o animales. Los avances tecnológicos ahora nos advierten que a nivel neuronal el amor se relaciona tanto de forma positiva como también en lo negativo con las actitudes humanas combatiendo incluso la ansiedad y el estrés a la vez que en su defecto puede también pronunciar estos estados. El estado influido por el arte de amar o ser amado mejora al humano como virtud y lo empequeñece también como defecto.

El sentimiento de afectividad se aprende desde siempre y en base a él se formulan las funciones de lo que somos y de como actuamos. La clave está en la reciprocidad, por lo que las actitudes y las virtudes personales son fruto de los afectos recibidos principalmente por los padres y amigos, luego y en menor medida, por las parejas las cuales también son fruto de la imposición social y religiosa. En función a estas valoraciones, existen una serie de principios muy básicos a tener en cuenta a la hora de encontrar las personas con las que se pueda desarrollar ese arte en cualquier plazo, como no exigir que satisfaga todas nuestras necesidades y concienciarse de que el amor solo puede existir bajo la clave del altruismo. De ahí y como muy bien remarcaba Erich Fromm:
"El amor no idolátrico a una idea o a una persona es sereno, no estridente; es tranquilo y profundo, nace a cada instante, pero no es delirio. No es embriaguez, ni lleva a la abnegación, sino que nace de la superación del yo".
Cuánta razón y que difícil darle sentido a la frase del Sr. Fromm.

-Empatía. Debemos preocuparnos de un adecuado bienestar de las otras personas y, si se intuye algún problema, actuar ayudando como si nuestro propio problema fuera. Si hay empatía no debería haber conflicto, la falta de esta virtud solo provocará que se vaya generando un problema cada vez más grande hasta que sea insostenible. El amor a uno mismo debe reflejarse en una justa medida, si prevaleciera siempre en alta medida, él mismo dañaría el factor empático.
-Solidaridad. Esa empatía inicial, esa capacidad de ser capaz de no verse embriagado e inundado por el amor que solemos profesamos a nosotros mismos, hará que nos sintamos con la satisfacción de ayudar cuando se nos necesite en todos los sentidos y tener la creencia de que no somos nada cuando no tenemos nada más que a nosotros mismos.
-Tolerancia. Juzgar sobremanera a las personas de una forma desaforada supone no tener ni idea de la totalidad de sus actitudes. A veces creemos que la suma de muchas de esas actitudes es la información concluyente y acertada. Lo que suele ser siempre finalmente es una desafortunada valoración inconclusa, incierta y precipitada ya que quizás debamos saber que las actitudes y comportamientos son infinitos en las personas y que esa valoración podría ser estúpida ya que la vida continua y seguimos estando sujetos a repito, infinitos comportamientos que no dejan de sorprender.
El comportamiento humano y animal está sujeto a cientos de condicionantes cambiantes.
- Comprensión. Va de la mano como en un paseo por un parque amenizado con una agradable conversación con la empatía. La empatía y la comprensión es el mejor lazo de entendimiento entre las personas.

Todos piensan, y es verdad que existe un factor lógico, un parámetro de gran medida que no podemos olvidar en nuestra funcionalidad animal, un deseo que se traduce en el instinto sexual, la atracción física hacia la otra persona, es inevitable si, pero en las relaciones humanas de carácter fraterno ese parámetro debe gestionarse con inteligencia siempre que queramos introducirlo en la relación humana adecuada, ya que pienso que debe tener mucho menos protagonismo que las virtudes humanas de interrelación como las cuatro arriba mencionadas. El proceso necesita ser evolutivo y no estar doctrinalizado por la imposición social y sí por lo que realmente sentimos. Factores múltiples como las admiración, la simpatía, la bondad, la generosidad humana, la educación, los buenos modales y otros tantos factores empezarán a darnos información de con quien queremos rodearnos y relacionarnos de forma regular y de ese modo sentirnos bien, que estamos contentos en el contesto de ese espacio y de esos momentos que nos produce bienestar y experiencias agradables. Esa andadura inicial si se convierte en estabilidad y disfrute debe dar pie a un proceso afectivo en el cual se vayan sumando emociones de distinto tipo, primeras emociones que dan paso a ilusiones también de toda índole que encienden luego las luces del cariño. Ese cariño bajo mi punto de vista no debe estar solamente nutrido del encuentro físico, ya que tiendo a creer y entender que hay un paso previo en ese proceso que no  podemos obviar, un estado al que a veces no damos importancia ni que acertamos a percibir, el cariño emocional es la ante sala a la felicidad.

...la ternura y el cariño no son en modo alguno, una sublimación del instinto sexual; son el producto directo del amor fraterno, y existen tanto en las formas físicas del amor, como en las no físicas.








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