Como hemos disfrutado, como hemos gozado, incluso los que a mitad de campeonato tuvieron que abandonar Bilbao por problemas de salud que hacían imposible su estancia y que se tuvieron que contentar con ver los últimos partidos por televisión desde casa.
Llevo ya muchos años diciendo, porque así lo siento, que a mi lo que más me gusta del baloncesto es verlo, de todas las cosas que me relacionan con este deporte sin duda lo que más me entretiene es verlo, me gusta entrenar, me gusta construir, me gusta ayudar a mejorar a los jugadores, pero tengo que reconocer que lo que más puede emocionarme es comtemplarlo.
El juego desplegado por el campeón de Europa ha sido en general bueno, hemos disfrutado de ver como Mirotic se licencia como estrella talentosa del baloncesto mundial, como ya no sólo unos pocos creemos que Joan Sastre no es solamente un buen jugador de baloncesto, las acciones individuales de Josep Franch añadidas a esa capacidad de lectura y de pase en los 2x2, la mano de Barrera, el rendimiento de Miguel Lorenzo que ha estado a la altura, el trabajo oscuro del debutante Arévalo, la dirección y la aplicación de la lógica en el juego cuando se necesitó de Pozas, la sumisión de rol de Albero Jódar, el trabajo defensivo de José M. Gil junto también al de Joan Tomás y todas las innumerables cosas que aporta el Nacho Llovet.
Pero de todo lo visto, que ha sido muchísimo, lo que más me sensibilizó, emocionó y sobretodo hizo que me divirtiera como no recuerdo han sido las acciones continuadas de un jugador que desde el primer día me encantó. Un jugador que cuida los detalles,que no realiza grandes gestos, sino que está pendiente de realizar esas pequeñas y constantes acciones que logran que el juego no se apague y con ello evita caer en la rutina que a veces es tan malo para el devenir de un partido. Siempre atento, constante, perseverante y autoexigiéndose continuamente.Hace unos cuantos años, cuando yo tuve la oportunidad de vivir una experiencia EBA, ya coincidí con el al enfrentarnos al Pamesa Valencia con el en sus filas, pero lamentablemente no tengo el recuerdo de José Simeón haciendo las cosas que le he visto hacer en Bilbao. Quizás yo sea un romantico del detalle, de lo insignificante...pero los que saben de esto saben que en ese pequeño detalle y en lo que parece menos importante está a veces el éxito y seguramente la gente siga recordando el campeonato de algunos jugadores que destacaron por sus números, es normal, pero yo recordaré este campeonato entre otras muchas cosas como aquel en que un joven jugador nacido en la localidad valenciana de Silla, un joven base de 20 años, me emocionó, me ilusionó y sobre todo me divirtió.
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